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viernes, 22 de noviembre de 2013

Cincuenta años después, el barrio Kennedy de Bogotá recuerda a su fundador

John F. Kennedy, 
Bogotá, 21 nov (EFE).- Cincuenta años después del magnicidio del presidente estadounidense John F. Kennedy, en un populoso barrio que lleva su apellido en Bogotá los beneficiarios de la Alianza para el Progreso, el programa de cooperación internacional de su Gobierno, recuerdan al mandatario que les cambió la vida.

Uno de ellos es Argelín Plazas García, un anciano que hoy tiene 96 años y que a mediados del siglo pasado tuvo que trasladarse con su esposa y doce hijos a Bogotá para huir de la violencia bipartidista en el departamento del Tolima y que fue uno de los primeros habitantes del nuevo barrio.
"La familia venía de Santa Isabel (Tolima), desplazados por la violencia, y mi padre decidió venirse para Bogotá a buscar mejor vida y huir de las amenazas que por esa época tenían los campesinos", dijo a Efe John Francisco, uno de los cuatro hijos que la familia Plazas tuvo en el barrio Kennedy y que fue bautizado así en honor al fallecido presidente.
El "John F." colombiano, de 43 años, agrega que su familia era muy pobre y por esos días su padre se enteró de la Alianza para el Progreso, por eso, por medio del desaparecido Instituto de Crédito Territorial, se inscribió "para acceder a una vivienda en el que se llamaría Barrio de Techo", en el suroccidente de Bogotá.
La Alianza para el Progreso, una iniciativa del Gobierno de Kennedy para cooperar con América Latina, fue presentada en marzo de 1961, en plena Guerra Fría con la Unión Soviética, y aunque para algunos analistas fue una acción intervencionista, para muchos fue una gran ayuda económica, como lo recuerdan los primeros habitantes de la antigua Ciudad Techo.
Por ser muy pobres y por contar con el mayor número de hijos, doce en ese entonces, a don Argelín le adjudicaron un lote en la manzana piloto de ese nuevo proyecto de viviendas construido con créditos de la Alianza para el Progreso.
En ese lote los Plazas recibieron la primera casa del nuevo barrio, cuyas escrituras les entregaron personalmente el 17 de diciembre de 1961 Kennedy, su esposa Jackie y el presidente colombiano de la época, Alberto Lleras Camargo, durante una visita del mandatario estadounidense a Bogotá.
Aquel día de 1961 se encontraron las vidas de uno de los líderes más carismáticos de la historia y la de un humilde campesino colombiano que, junto a 20 familias más, recibió un lote por el que pagaría mensualmente la suma de 11 pesos de la época y además fue invitado a la Casa Blanca por ser el primer adjudicatario.
El viaje, que duró un mes, es un recuerdo que aún se percibe en cada una de las paredes de la familia Plazas, adornadas con fotografías con el presidente y cuadros traídos de Washington.
En la Casa Blanca, don Argelín fue recibido por Kennedy en el mismo despacho donde en su momento el mandatario enfrentó las crisis de Bahía Cochinos y de los Misiles en Cuba y le narró sus vivencias como desplazado de la violencia en Colombia.
Después de ese viaje comenzó a construir su casa en el barrio de Techo, que fue planeado para 20.000 habitantes y hoy, llamado Kennedy, es el hogar de más de un millón de personas y un foco industrial y comercial de la capital colombiana.
En su casa, don Argelín montó su negocio y acabó de criar a sus 16 hijos, siempre acompañado de la fama que le dio el haber conocido a Kennedy.
Dos años después, el 22 de noviembre de 1963, llegó la noticia del asesinato en Dallas del presidente que había hecho soñar a una nación y a un continente.
"Para mi papá fue muy duro cuando mataron al presidente Kennedy porque él fue un hombre que cambió nuestras vidas", son las palabras con las que John F. Plazas recuerda el asesinato.
Al conocer la noticia del magnicidio, fueron los propios vecinos de Ciudad Techo quienes acudieron al 
Concejo de Bogotá y solicitaron el cambio del nombre del barrio que pasaría a llamarse Kennedy en homenaje a su fundador.
Por la misma época aparecieron otros barrios Kennedy en América Latina, como uno en el oeste de Buenos Aires y otro en San Pedro de Macorís (República Dominicana), que se construyeron en homenaje al desaparecido presidente, pero ninguno con el orgullo de haber sido inaugurado por el mismo mandatario estadounidense

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