SANTO DOMINGO.- Diariamente debo de cruzar el puente Profesor Juan Bosch, sobre el río Ozama, lo que me permite darle seguimiento a los trabajos que allí se hacen en torno al cambio de las barandas de protección.
En el fin de semana puede ver que ya comienzan a verse las que se están colocando, a paso de tortuga, pero algún día llegaran.
El proceso es largo, ya que son cuatro hileras de vallas protectoras que serán colocadas.
Las que este puente exhibió en su inauguración, hace algo más de tres años están totalmente hechas oxido y listas para ser vendidas en los centros de chatarras que existen en toda la ciudad.
Mientras sigue el proceso de sustitución, los tanques amarillos, sin ninguna seguridad, sólo la advertencia de que hay peligro, es la única protección con que cuentan los que por allí transitan.
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